¿Un mundo sin hombres?
Experimento: autora (especial) invitada. Ficción para cambiar la perspectiva y reflexionar. Y algo más, un documental: El silencio de los hombres. Nos vemos en Buenos Aires.
Por primera vez pensé en enviar un correo que dijera: cerrado por vacaciones (las de mis dos hijos, sin jardín de infantes por el receso del verano europeo hasta septiembre). En lugar de eso, y ante la falta de tiempo y espacio mental para escribir, voy a probar algo que tenía pensado hacer más adelante: publicar un texto de un autor invitado.
Lo pregunté en la encuesta sobre cómo mejorar Recalculando, y a la gran mayoría le pareció una buena idea que hubiera otras voces (espero que a los que no, al final sí les guste el experimento).
Entonces, hoy van a leer una traducción de una newsletter reciente de Irene Caselli, periodista y experta en primera infancia. Como también es mi pareja, la pude ver fascinada leyendo A Segunda Mãe (La segunda madre), escrita por la periodista brasileña Karin Hueck. Luego la escuché hablar con la autora y por último leí lo que escribió: ¿Cómo sería un mundo sin hombres?
La pregunta funciona como disparador para una reflexión sobre la novela de Hueck, que creó una distopía con elementos omnipresentes en la vida de la mayoría de las mujeres. La segunda madre va mucho más allá de héroes y villanos al tejer una trama compleja e interesante, sin caer en la idea maniquea de mujeres contra hombres.
¿Las familias, las amistades, las empresas y los gobiernos formados exclusivamente por mujeres harían que el mundo funcionara mejor? Para reflexionar sobre preguntas como estas, entre otras cosas, la autora navega los absurdos de las insoportables expectativas que debemos soportar las personas según nuestro género.
Basta. A riesgo de caer en mansplaining, no voy a decir más nada y los voy a dejar con el texto de mi adorada Irene, inteligente, aguda, prudente, ecuánime y amplia en su mirada periodística (además, no olvidemos que Irene es quien trabaja para que yo pueda cuidar a nuestros dos hijos, y viceversa).
¿Cómo sería un mundo sin hombres?
Todo comienza con una fiesta de cumpleaños: Madalena, ama de casa, organiza una celebración en el parque para su hija Rosa, con un increíble pastel casero y mucha comida deliciosa. Madalena está esperando a su pareja Andrea, que tiene un trabajo importante en el ministerio, pero Andrea llega tarde. De repente, una tormenta lo arrastra todo, el viento rompe el pastel y los planes (y algo más) quedan destruidos.
La pareja está en crisis. Madalena se siente asfixiada por la vida familiar y Andrea trabaja demasiado. Andrea está embarazada del segundo hijo de la pareja, y la madre que no está embarazada se siente bastante desconectada del bebé.
A medida que seguimos lo que parece una historia íntima de una relación entre dos mujeres y cómo lidian con la maternidad, los lectores llegan a comprender algo más profundo: estas dos mujeres viven en un mundo donde los hombres representan solo el 25% de la población. Esta es la trama de A Segunda Mãe (La segunda madre), escrita por la periodista y autora paulista Karin Hueck.
En otras palabras, la novela es una distopía, lo que inmediatamente me recordó a la gran Ursula K Le Guin, que imagina un mundo sin género en La mano izquierda de la oscuridad. Pero Hueck me dijo en una entrevista telefónica que se inspiró en la obra de Margaret Atwood, la escritora canadiense y autora de El cuento de la criada, y del escritor japonés/británico Kazuo Ishiguro. Independientemente de las influencias literarias, lo fascinante es adónde lleva la trama al lector.
Mundos ficticios controlados por mujeres…
“Fue muy placentero imaginar un mundo sin hombres”, dijo Hueck. “Creo que todas las mujeres se han imaginado eso en algún momento, ¿no?”
En la novela, los hombres están confinados en viviendas controladas por el gobierno para ayudar con el proceso reproductivo y no se les permite ir a ninguna parte. Antes hubo una revolución durante la cual las mujeres se deshicieron de los hombres en un esfuerzo por reducir la violencia.
En las escuelas, a las niñas se les enseña sobre los horribles tiempos del pasado, cuando las mujeres eran violadas y asesinadas rutinariamente por los hombres, algo que no sucede en la sociedad donde los hombres han sido marginados.
Sin embargo, en la sociedad femenina hay juegos de poder, violencia y tensión social entre los más pobres y los más ricos. Cuando Madalena empieza a trabajar en un salón de belleza, una colega la involucra en un movimiento de apoyo a los derechos humanos de los hombres, en contra de Andrea, que consigue un puesto de alto rango en el Ministerio de Seguridad del gobierno.
“El libro era inicialmente solo una obra de ficción sobre un mundo sin hombres, sobre una pareja que se ama pero tiene dificultades”, me dijo Hueck. La novela surgió de un cuento que escribió para una revista en 2016. Pero luego obtuvo una beca para investigar modelos de licencia parental y políticas familiares en el Departamento de Género y Diversidad de la Freie Universität de Berlín, y su historia se hizo más profunda.
“No hay héroes ni villanos, no hay mujeres que sean mejores que los hombres per se. Me interesó mucho cómo logramos crear historias que relatan múltiples formas de opresión en todas las capas de la vida y desigualdades incluso entre iguales”, afirmó.
Por ejemplo, en el libro hay un personaje que vive en la pobreza y alquila su vientre porque es un servicio bien pagado, pero se deprime cuando se da cuenta de que quiere quedarse con el bebé y los servicios gubernamentales intervienen para reprimirla.
…y las sociedades matriarcales del mundo real
Existe una larga tradición de lugares exclusivos para mujeres en la literatura y la mitología, empezando por las Amazonas, un grupo de guerreras y cazadoras de la mitología griega que solo tenían breves encuentros con los hombres con fines reproductivos y devolvían los hijos varones a sus padres.
Las sociedades matriarcales en las que se ha minimizado el papel del hombre también han estado muy extendidas en todo el mundo, aunque ahora están en decadencia.
Por ejemplo, en la tribu Mosuo, en el suroeste de China, los niños vivían tradicionalmente en el hogar familiar de la madre y eran criados por su madre, abuela, tías y tíos bajo un mismo techo. No había matrimonios ni familias nucleares, y las mujeres tenían más poder a la hora de tomar decisiones. Esto está cambiando ligeramente a medida que la comunidad se ha abierto al turismo y los más jóvenes están dispuestos a seguir las nuevas tradiciones del país de la familia nuclear, como señala este artículo.
También hay otros experimentos poco comunes, como el de la aldea Umoja en Kenia, un santuario exclusivo para mujeres que han escapado del abuso doméstico, la violencia sexual, los matrimonios precoces y la mutilación genital femenina. Los hombres no pueden entrar en la propiedad y los niños varones que se crían en la comunidad deben marcharse cuando cumplen 18 años. Pero, como dice Faith Mwangi-Powell, directora global de The Girl Generation en Nairobi, la aldea Umoja es un experimento demasiado aislado: “Tenemos que averiguar cómo este cambio puede repercutir en toda la comunidad para que las niñas que crecen en la aldea permanezcan a salvo cuando la abandonen”.
De hecho, aunque estos experimentos sean algo limitados, me encanta el proceso de pensamiento que provocan. Y ahí es donde la literatura destaca más. Una amiga mía les regaló a mis hijos un libro que también invita a la reflexión: La historia de los bonobos con gafas, de la autora italiana Adela Turin.
Cuenta la historia de unos bonobos machos que vivían en un bosque y se alimentaban de la comida que recogían las hembras. Un día, cuatro de los machos más guapos fueron a Irlanda y volvieron con maletas llenas de gafas de sol y cuatro palabras nuevas. Todos los que aprendieron las nuevas palabras recibieron gafas de sol, excepto las hembras, que finalmente decidieron que ya habían tenido suficiente y se fueron con sus pequeños a crear una sociedad mejor, en la que no se permitiera la entrada a los machos. Al final, algunos machos se unen, cuando ven que las cosas van mejor, pero ahora las reglas han cambiado.
Las distopías, al igual que los libros infantiles, pueden ayudarnos a imaginar un mundo diferente, pero también a entender que los problemas actuales no son exclusivamente producto de un género o de personas que nacen con unos genitales determinados, sino de estructuras de poder más profundas.
Hasta acá llegamos con el texto de Irene. ¿Qué te pareció? ¿Pensamientos? Si les gustó, pueden suscribirse a su newsletter (es en inglés).
El martes próximo vamos a estar (los cuatro) en Argentina. Gracias a los que me escribieron por la última newsletter sobre la amistad, ¡esta vez les respondí a todos! (sí, ya sé que debo algunas respuestas de las semanas anteriores). Bueno, ya estoy arreglando para que nos juntemos con los que me escribieron. ¿Te gustaría hacer algo grupal? ¡Escribime!
IMPORTANTE
: En la próxima newsletter hablaré sobre
El silencio de los hombres, el documental dirigido por Lucía Lubarsky. Me gustó mucho y lo recomiendo un montón. Si estás en Buenos Aires, te quiero invitar para que nos juntemos para verlo, ¿qué decís? Y después del documental hay un debate.
¿Cuándo? El 📆 4 de septiembre a las 🕑 20 hs.
¿Dónde? 📍 En el Cultural Thames (@culturalthames) - Thames 1426, Palermo, a dos cuadras de Plaza Serrano - Link Google Maps acá.
¿Entradas? 🎫 ¡Pueden comprar entradas anticipadas acá!
El encuentro contempla dos momentos: la proyección del documental y luego un debate amigable con Lucía Lubarsky, Andrés Arbit (de Privilegiados) y Victoria Viola (de
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