Amistades
El romanticismo de la amistad. Epidemia de soledad. ¿Qué hacemos con los amigos? ¿Sostener o dejar ir?
El 20 de julio se celebró en la Argentina el Día del Amigo. Fecha comercial, sí, pero puede invitar a reflexionar. En un país donde la amistad está súper romantizada, me crucé con posteos interesantes desidealizando la amistad o derribando mitos.
Las amistades son un tema central en mi vida. En el modo de sentirlas, influye mucho haber sido padre dos veces en los últimos cinco años y haberme ido de la Argentina hace ya ocho.
Crecí en Buenos Aires, donde siguen gran parte de mis amigos, pero allí no están los amigos que hice en estos ocho años de vida nómada.
Me llama la atención cómo con algunos nos volvimos más cercanos a la distancia, mientras que con otros que eran cercanos nos distanciamos. Los amigos no dependen de la frecuencia sino, entre otras cosas, de la profundidad y honestidad. También de las épocas y los procesos individuales, que a veces ponen esos vínculos en pausa.
Dedicarme a cuidar dos hijos y escribir sobre paternidad y masculinidad también cambió mis amistades. Algunas se fueron extinguiendo, otras son más recientes.
Es curioso cómo, agobiados por la cotidianidad y su aparente urgencia, los amigos, la vida social —y el cuidado personal— pasan a un quinto plano.
Desde hace un tiempo acumulo textos sobre la amistad. Borradores que nunca desarrollé. Anotaciones para textos que nunca escribí. También fragmentos de otros que me interesaron. Acá van.
Sentirse solo
(21 abril 2022, anotaciones en mi teléfono)
Un amigo me cuenta lo solo que se sintió cuando se separó. No me extraña, digo, y ensayo ideas. A medida que crecemos y tenemos hijos, muchas veces nos vamos alejando de los amigos de siempre o ellos de nosotros. Duele ver cómo ese distanciamiento se produce silenciosamente.
¿Nos costará sostener encuentros superficiales cuando sentimos un ardor inquietante que no sabemos qué es ni cómo abordarlo pero sabemos que en esa reunión la estamos pasando mal porque tenemos la cabeza en otro lado? ¿Tendrá algo que ver que no somos muy capaces de poner en palabras y de compartir eso que nos martilla por dentro?
Quiero decir: si estás en crisis —de pareja o de lo que sea— y ves que la conversación no va para ningún lado (que te interese) o que solo repetimos historias viejas, ¿cuántas ganas vas a tener de juntarte con ese grupo? ¿Para qué?
Insisto: ¿De qué hablamos los hombres entre nosotros? ¿Por qué y para qué nos juntamos? ¿Cuándo hablamos de lo que nos pasa? ¿Cuando ya pasó o cuando está pasando?
La amistad se parece a las parejas —y a los hijos y a las plantas—: hay que cuidarlas y para eso hay que ocuparse en saber qué necesitan. De lo contrario, se marchitan.
¿Cómo no va a ser un tema central hablar de paternidad y de la pareja cuando tenemos hijos? ¿Cómo no vamos a conversar sobre la soledad que se siente en un fin de semana después de una separación?
Transformados
Andrés Neuman, escritor, entrevista en el diario El País (Junio 2022)
— ¿Se puede salir indemne de la paternidad?
— Supongo que sí y lo lamento por quien salga indemne, porque qué tristeza y qué pobreza, la verdad. Al final se puede salir indemne de cualquier experiencia de la vida, pero vaya, es muy poco saludable. Del amor, de la muerte y de las nuevas vidas tanto mejor si salimos transformados. En mi caso, siento que no hay una sola fracción de mi pensamiento y de mi cuerpo que haya salido indemne. Tampoco quisiera dividir el mundo en dos clubes, los que tienen y los que no tienen hijos. Al final, he pasado la mayor parte de mi vida sin hijos.
Epidemia de soledad
“Las personas no tienen tiempo para dedicarse a la interacción social. Sienten que es una pérdida de tiempo, así que no la priorizan” (BBC).
“La Organización Mundial de la Salud declaró que la soledad es una prioridad sanitaria mundial” (CNN).
“La soledad masculina, un fenómeno creciente que afecta la salud física y mental. A pesar de tener amigos, los hombres enfrentan mayores niveles de aislamiento social a medida que envejecen, lo que impacta significativamente en su bienestar (Infobae).
Solo a los 40
(Agosto 2022, anotaciones en mi teléfono)
Tres varones alrededor de un fuego, esperando el asado. Hablamos sobre haber cumplido 40 años. De pronto, un amigo de toda la vida dice que se siente solo, que pensaba que para este momento tendría más amigos o, al menos, no creía que iba a sentirse así de solo.
Admiro su apertura y sinceridad. Mostrarse vulnerable, como pocas veces en más de tres décadas de amistad. Me alegra que debe sentirse en un lugar seguro. También siento una punzada. Me duele el sufrimiento que él está expresando. Pero no lo digo.
Lamentablemente, la conversación se diluye y el foco se pierde. Y me pregunto: ¿Por qué ante semejante confesión de un amigo tan importante no somos capaces, en algún momento de la noche, de abrazarlo?
También: ¿Por qué no pasamos la noche hablando sobre eso, si todo lo demás fue irrelevante, al punto que no recuerdo nada? Por más que se lo dije mil veces, ¿de verdad sabrá mi amigo lo que lo quiero y lo importante que él es para mí?
Ser más humanos
(Octubre de 2022, documento en mis archivos)
Recién leí un artículo sobre por qué nos sentimos tan solos. Habla de que el aislamiento puede conducir a la soledad y la confusión emocional. Remarca que la soledad es un sentimiento muy común que experimentamos todos. No hay nada de qué avergonzarse. No hay vergüenza en necesitar a otro.
Ignorar el sentimiento de soledad o aislamiento puede llevar a alejarse de las emociones en general —desconectarse— y así, mediante el no sentir, sostener un mandato de fortaleza o invulnerabilidad, de ser independiente y no necesitar ayuda. De ahí al cinismo, un paso.
Hay que enseñarles a los pibes a abrazar sus emociones y no a rechazarlas. Ya fue eso de decir “los nenes no lloran”, “dale, no seas maricón”, “vos podés solo”, etc. Ni en chiste (que no lo es).
Debemos crear espacios seguros y abrirnos a las luchas emocionales. Estar en diálogo con nuestras emociones para identificarlas y expresarlas. No seremos menos hombres —sea lo que eso signifique—, sino más humanos.
Sentimientos contradictorios
, en su newsletter (mayo 2024):La amistá, en cambio, va a sobrevivir como sistema eficiente para crecer por fuera de la familia, observar de cerca de qué otras formas se puede vivir, además de sumar gente para admirar y amar y luego envidiar, que es un poco el final de la amistad. No tiene por qué ser así de lineal.
La amistad tiene huevos: está llena de estos sentimientos contradictorios, de fastidios e indignaciones. Nadie crece al mismo tiempo, ni a la misma velocidad, dos corriendo y una sola silla, dos bailando y una sola mujer.
Al fin se constituyen identidades con las que cada uno puede vivir en soledad, sin espejos, y las amistades se vuelven menos intensas, más prácticas, un campo para probar ideas y quedar a salvo de una ideación desmesurada.
Los amigos/enemigos son una tragedia. No se puede evitar, y no se puede corregir. Tarda en detectarse, uno siente que algo, mmm, no anda, pero qué es, los días son largos, los años irregulares, pasan muchas cosas en el medio, pero qué está pasando.
Escasez de herramientas
(Noviembre de 2022, documento en mis archivos)
Escuché el episodio Te quiero, amigo, del podcast Oreja Peluda, que en su newsletter remarca: los hombres tenemos muchas menos probabilidades que las mujeres de haber recibido apoyo emocional de un amigo varón.
Fuente: el estudio “El estado de la amistad en América: cambios, desafíos y pérdidas”, que indica que cuatro de cada diez (41%) mujeres dicen haber recibido apoyo emocional de un amigx durante la última semana, en comparación con el 21% de los hombres.
“Estas cifras se traducen en hombres apáticos y sintiéndose solos, pero con pocas herramientas emocionales para empezar a gestionarlo. Darnos cuenta de que podemos cambiar esta realidad desde la curiosidad y la vulnerabilidad es el primer paso para provocar grietas en esa rigidez impuesta”, dice la newsletter de Oreja Peluda. Y recomienda una película sobre la amistad: I love you man. ¿Estará buena? La quiero ver.
Almas en pena de Inisherin
(Diciembre 2022, anotaciones en mi teléfono)
Vi The Banshees of Inisherin (Almas en pena en Inisherin). Me sacudió la potencia de la película (me encantó). Es una historia simple que muestra lo complejos e impredecibles que podemos ser. Dos mejores amigos dejan de serlo en un contexto muy particular: un ámbito rural donde casi no hay otras posibilidades de amistad porque vive muy poca gente.
De pronto, uno de los amigos deja de ir al único bar de la isla, donde se veían todos los días a la misma hora para compartir una cerveza. Sí, uno de ellos no quiere saber más nada con el otro y lo ignora sin motivo aparente. No hay retorno: ninguna amistad en verdad valiosa es posible sin un ida y vuelta.
¿Los amigos tienen que avisar cuando se quieren distanciar? ¿Por qué una amistad que parece tan fuerte, como la de Pádraic (Colin Farrell) y Colm (Brendan Gleeson), se desvanece? ¿Cómo actuamos los varones cuando sentimos que algo no funciona?
Escucho a amigas contar los problemas y reclamos que tienen con otras amigas, pero entre los varones suele haber una decisión más unilateral, silenciosa, mercantilista: “No funciona como quiero, chau”.
No somos iguales a nuestro yo del pasado. Las amistades mutan, se transforman. Una hermosa historia en común no es suficiente para seguir caminando juntos. Podría, pero no tiene por qué ser para siempre.
Uno de los amigos insiste en sostener la amistad, no logra entregarse al duelo, un proceso atado al amor que hubo (que hay) en un vínculo que no continúa —hay una distancia efectiva—, pero eso no implica que no siga habiendo cariño. También por eso da impotencia, y duele.
Como los matrimonios, las amistades pueden terminar. Pero hay maneras. Mientras en una pareja casi no queda otra que marcar un punto final, en las amistades se puede dar por inercia, progresivamente, con omisiones e incluso irresponsabilidad, sin que haya un motivo palpable —una pelea, una discusión— que materialice esa ruptura.
Terminar una amistad
Cómo funciona terminar una amistad, newsletter de Valentín Muro, filósofo.
“Aunque distanciarse pueda ser apenas un fenómeno más de nuestra naturaleza social, dejar a otra persona consumirse en la incertidumbre solo es un servicio a la perversión. No hay nada de noble en la crueldad de desaparecer”.
“Recordar una amistad es recordar esas conversaciones que parecía un pecado abandonar”.
“Parece ser una virtud de la vida adulta poder alcanzar la madurez suficiente para reconocer qué necesitamos y qué no, y caer en la cuenta de que algunas personas ya no nos hacen tan bien”.
“Un buen amigo, podemos pensar, debería durar para siempre. Pero aquella idea traiciona lo electivo de su naturaleza, quizá su más valiosa característica”.
“No parece ser necesario tener que pensar mal de alguien para querer dejar de tratar con ella. Podríamos amar a una persona y por buenos motivos no querer volver a verla. El deseo de terminar una amistad no tiene por qué venir de una traición, un conflicto o algún suceso reprochable”.
Los varones y la amistad
El pasado fin de semana leí varios posteos en Instagram sobre la amistad. Me resultaron interesantes, por diferentes motivos, estos cuatro:
¿Qué sentís con el día del amigo?, pregunta la psicóloga Sofia Celeste Lewicki, y da posibilidades: “¿te da tristeza que en esta nueva etapa no sientas pertenecer a ningún grupo?”.
Lala Pasquinelli, en Mujeres que no fueron tapa, escribió “para las que no encajan en los discursos hegemónicos sobre la amistad por el motivo que sea”.
La psicóloga Carolina Mora habló sobre el duelo que se inicia cuando se rompe una amistad y los mandatos que la rodean —incondicionalidad, a más años es más importante, tener un/a mejor amigo/a…
Victoria Viola, de
, se acordó de las amigas que le rompieron el corazón: “Las adoré, a la mayoría las perdono, con muchas hoy no podría ni tomarme un feca, pero fueron oro en su momento de esplendor”.
Los posteos que me crucé fueron de mujeres y prácticamente no tienen comentarios de varones. Se lo comenté a una amiga, y me dijo: “Es igual que en casi todo lo que tiene que ver con mostrar vulnerabilidades y complejidades íntimas”.
¿Qué lugar le damos a la amistad los varones? ¿Un amigo tiene una jerarquía menor que la pareja? ¿Hay más intimidad real y vulnerabilidad entre las mujeres, respecto de la que nos permitimos entre varones? ¿Para los hombres es más fácil compartir su vulnerabilidad con las mujeres?
“Es re así —opina mi amiga—. Un montón de varones tienen vínculos de años y no pueden hablar de nada demasiado profundo. Seguramente sí lo hacen con sus amigas mujeres o con las parejas. Un montón de amigos hablan conmigo y no con sus amigos hombres de toda la vida”.
En el libro De quebradores y cumplidores, la autora Viveros Vigoya cita a Sócrates Nolasco, quien con base en su trabajo investigativo en Brasil, señala que para un hombre hablar de sus miedos e inseguridades con otro hombre es como “entregar en bandeja su propia cabeza a un enemigo”.
Hasta acá llegamos. Espero que tengas amigos sobre los que puedas decir: “Me alegro por sus logros y ellos por lo míos”. También, mostrarte auténtico, vulnerable, llorar juntos y sentirte contenido. Donde las expectativas, los deseos y los procesos sean contemplados y no juzgados.
Gracias a los que comparten Recalculando. ¡Cada vez somos más!
AVISO: en agosto estaré en Argentina. De la encuesta que hice, salió la idea de armar una reunión (varios dijeron que les interesaba un encuentro de varones). Estoy pensando en armar algo para que, los que estén en Buenos Aires, nos encontremos en persona. ¿Qué te parece?
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Un abrazo,
Nacho
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