Un diagrama, el límite de la paternidad y estadísticas que atender
El tiempo pasa rápido cuando querría que transcurriera lentamente, y viceversa: hay cambios que son urgentes pero serán irremediablemente lentos. La vida, eso que nos pasa mientras hacemos planes.
Parece que fue ayer cuando vi a León nacer en el agua. Sin embargo, mi segundo hijo ya va a cumplir tres semanas. Y cuando salga mi próxima newsletter, tendrá más de un mes.
Si miramos lo que resta de 2022, ya pasó el último domingo en “blanco” de este año: en todos los que quedan habrá al menos un partido del Mundial de fútbol, que empieza este domingo y cuya final será el 18 de diciembre. Luego, el último domingo será Navidad y en el siguiente ya respiraremos (sí, soy optimista) en el primer día de 2023.
Estoy seguro de que vos también podrías seguir encadenando acontecimientos. Cuando hago esto, siento que el tiempo pasa rápido: a veces me da un poco de ansiedad, otras veces todo lo contrario.
Lo cierto es que el reloj corre siempre a la misma velocidad, lo que cambia es cuánto me distraigo y hacia dónde dirijo la energía y con qué intensidad.
También sé que el reloj parece no avanzar cuando León tiene una mala noche o cuando Lorenzo, mi primer hijo, llora desconsolado como único modo de manifestar eso que no sé qué es (y tal vez él tampoco lo sepa a sus tres años y medio).
El tiempo es dramáticamente más lento, no hay duda, cuando pensamos en cambios necesarios para una vida más equitativa. Son demandas y necesidades que están en diversas agendas pero que no entran en el calendario como los cumpleaños, el Mundial o las fiestas.
La newsletter de hoy creo que habla, en el fondo, sobre el tiempo: ¿Qué hacemos con nuestra vida? ¿Dónde invertimos el tiempo? ¿Cómo nos relacionamos con el tiempo? ¿Cuándo estamos ansiosos? ¿Cuándo tenemos paciencia? ¿Cuándo nos tomamos tiempo para escuchar? ¿Aceptamos que los tiempos del otro no son los nuestros?
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¡Pará, hermano!
Mansplaining, un diagrama
Hace unos meses hablé sobre mansplaining a raíz de un incidente televisivo, pero entonces no conté varias cosas. Por ejemplo: ¿De dónde viene esta palabra?
En 2008 (¡hace 14 años!), la escritora Rebecca Solnit publicó el estupendo ensayo Los hombres me explican cosas, que provocó el nacimiento del término mansplaining, un neologismo que no fue acuñado por ella sino gracias a ella y que luego fue traducido a decenas de otros idiomas, como el español (machoexplicación), el italiano (maschiegazione) y el francés (mecspliquer).
Voy a ser muy sintético: mansplaining es cuando un hombre le explica a una mujer algo —en general, de modo condescendiente— asumiendo que sabe más que ella, sin tener en cuenta ni quién es ella ni cuánto él realmente sabe sobre el tema.
Me pareció muy útil el siguiente diagrama, que explica cuándo los hombres estamos mansplaining (machoexplicando):
Se trata de la traducción del diagrama que ya había hecho Kim Goodwin cuando un colega le preguntó en qué momento un hombre está machoexplicando. El tweet, en aquel entonces, se volvió viral:
Creo que su explicación visual es de gran ayuda. Uno de esos recordatorios para tener a mano. Sin embargo, entre las reacciones en Twitter —¿podía ser de otro modo?— me encontré con una discusión en la que un usuario ironiza y, digamos, se pone pesado: Is this femsplaining?, empieza diciendo.
Goodwin respondió que no, porque sus colegas le preguntaron. ¿Qué hizo el usuario irónico? No fue nada original sino que siguió escalando la discusión, como he visto hacer a otros hombres —y como, temo, debo haber hecho yo más de una vez.
Cuando la conversación ya no tenía sentido, Goodwin zanjó: “Puedo negarme a responder a las personas que no parecen interesadas en una discusión genuina”.
Al usuario irónico, me gustaría decirle una cosa: ¡Pará, hermano! Llegado el caso, para evitar el ridículo, claro que quisiera que también me lo dijeran a mí.
¿Cuántas veces habremos hecho algo parecido, probablemente, sin darnos cuenta? Pensemos de manera amplia, ¿cuántas veces ofrecimos una ayuda dando por sentado, automáticamente, que sabíamos más?
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Esto me interesó
Aceptar la impotencia como padre
No recuerdo una película que me haya angustiado tanto como Beautiful boy: siempre serás mi hijo. Además de que me gustó mucho, me pareció muy dura.
Claro, su impacto está condicionado porque soy padre de dos niños que, con la velocidad a la que va la vida, estarán frente a situaciones en las que tendré poco o nada para hacer.
Es decir: dentro de no mucho, para mí serán cada vez más claras las limitaciones de la paternidad, así como en otro momento deben haberlo sido para mis padres.
Beautiful boy está basada en una historia real. David Sheff (Steve Carell) es un periodista que intenta ayudar a su hijo Nic (Timothée Chalamet) cuando se vuelve adicto a las metanfetaminas (una de las drogas más peligrosas).
La película recorre las tristezas y las alegrías de ser padre pero, por sobre todo, es una invitación a reflexionar sobre la tremenda impotencia que puede experimentar un padre, en este caso, frente a la adicción de un hijo.
La relación padre-hijo parece ideal desde la infancia pero eso no es suficiente para salvar al hijo de sus propios demonios. Más allá de las drogas, la película habla sobre la dependencia —y la adicción— en un sentido más amplio. Porque trata sobre la dependencia emocional y los diversos modos de autodestrucción.
A medida que el hijo va cayendo en un infierno más profundo, el padre se obsesiona cada vez más por lograr su bienestar. ¿Qué sucede cuando el padre, desesperado, comprende que no puede salvarlo?
La película deja en claro, entre otras cosas, que nadie está salvado de antemano frente a una adicción. Una adicción no discrimina, ni siquiera a esta familia que goza de tantos privilegios (posibilidades económicas, acceso a la información, etc).
En un momento de la película suena la legendaria canción Beautiful boy que John Lennon le dedicó a Sean, el hijo que tuvo con Yoko Ono:
Before you cross the street (Antes de cruzar la calle)
Take my hand (toma mi mano)
Life is what happens to you (La vida es lo que te pasa)
While you're busy making other plans (mientras estás ocupado haciendo otros planes)
Irónicamente, Lennon canta que apenas si puede esperar para ver a su hijo llegar a la mayoría de edad: “Pero supongo que ambos tendremos que ser pacientes / Porque es un largo camino por recorrer”. La canción estaba en Double Fantasy (1980), el último disco que sacó Lennon, poco antes de ser asesinado.
Lo que finalmente le ocurrió a Lennon y a su hijo, como la película, muestra lo compleja que puede ser la relación con los hijos y lo restringido del alcance de la paternidad. O sea, la imposibilidad a la que nos enfrentamos como padres.
En este sentido, la película —como la canción— también puede hacernos pensar en varias direcciones y sentidos: ¿cuán importante es lo que sucede ahora mismo?
Pienso en algunas rutinas que me resultan exigentes o muy demandantes como padre. Trato de recordar —como muchos padres con hijos ya mayores dicen— que esta etapa pasará rápido.
Cuando hablo con padres cuyos hijos ya empiezan a irse de sus casas, me parece lógico y natural que sea doloroso el proceso de despegarse de un hijo. Hay una cantidad de costumbres hermosas que durante años están ahí, como un paisaje que recién logramos apreciar cuando se termina la convivencia.
En cambio, cuando los hijos se van (nos vamos), los miedos se multiplican, ¿no es cierto? A veces, la mejor manera de amar de un padre puede ser aprender que, en un momento, hay que dejar a un hijo volar libre.
Beautiful boy también me recuerda una obviedad: no para todo hay una explicación, al menos, no una inmediata y definitiva. Si la vieron o si la ven, me encantaría saber qué piensan.
Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo | Trailer Oficial | HD Subtitulado
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¿Sabías que…?
¿...las mujeres dedican un 19,6% de su tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado?
En América Latina y el Caribe las mujeres dedican un 19,6% de su tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, mientras que en los hombres el porcentaje es de un 7,3%. O sea, las mujeres dedican casi el triple del tiempo que los hombres a estas actividades, informó la CEPAL la semana pasada en la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe que se realizó en Buenos Aires.
“Las tareas de cuidados son la carretera más corta para la desigualdad. Tenemos que detener el extractivismo del tiempo de las mujeres. Si cuidás, no tenés tiempo para tener autonomía económica, para luchar contra la violencia ni para formar parte de las que toman las decisiones”, dijo María Noel Vaeza, directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, en una entrevista con El País.
La sobrecarga que padecen las mujeres, que se agravó durante la pandemia de Covid-19, reduce sus oportunidades laborales y dificulta su independencia económica.
“Necesitamos un nuevo contrato social de redistribución de los cuidados. Creemos que el cuidado debe ser la cuarta pata del Estado de bienestar tras la educación, la salud y la seguridad social”, añadió Vaeza, que detalló diversos modos para que América Latina financie políticas de cuidados.
Para que haya un cambio, es necesario un cambio estructural a nivel estatal. En la Argentina se anunció la intención de ampliar hasta tres meses el permiso de paternidad, que actualmente es vergonzoso: dos días. El proyecto de ley está en las agendas pero no se trató este año ni parece que vaya a tratarse en 2023. Entonces, ¿cuándo estará en el calendario?
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Para cerrar, la canción de Lennon: Beautiful Boy - John Lennon | Subtitulada
Muchas gracias por haber llegado hasta acá.
Como siempre, espero tus comentarios y correos. También, como hacen muchos, podés reenviarle este correo a alguien más.
Que estés muy bien y hasta la próxima newsletter (como siempre, en dos semanas).
Un abrazo,
Nacho
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