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Uy, no había pensado en eso. Llevo varios días tratando de recordar a mis papás quejándose por la mapaternidad, pero no hay memorias. Creo que tienes razón: su vida se enfocaba en los hijos y el trabajo, y poco más. Nosotros, en cambio, nos criamos deseando hacer y serlo todo y quizás ahí está el origen de tanta pesadez y frustraciones.

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Gracias, Nacho, por tu reflexión. Me hizo pensar que lo que recibimos como hijos no termina en lo que compartimos con nuestros padres... y que aunque ellos ya no estén, su decires, sus quehaceres, su modo de vincularse forman vivencias vuelven de modos sorpresivos a nosotros. Creo que siempre seguimos en dialogo con nuestros padres y antecesores.

Y vemos después que nuestros hijos toman sus vivencias de cada etapa de la vida y las vuelven a pensar, y también les brotan como modos de ser, de sentir y de interpretar las cosas. Es conmovedor cuando vemos en nosotros, y aún en ellos, que algo de nuestros mayores sigue vivo.

Gracias de nuevo

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