La dificultad que a veces encuentro para conectar con ser padre. ¿Qué será lo que está detrás de mi aburrimiento? Intento que sentir no sea siempre menos importante que razonar. Sostener esa tensión.
oct 21, 2022·editado oct 21, 2022Gustado por Ignacio Pereyra
Coincido y me resuena el cambio que producen nuestres hijes cuando llegan a nuestras vidas. Tambien creo que no necesariamente produce esa revolución interna (y externa tambien) para todos los varones-padres. Quizás, al igual que creo que hizo la pandemia, en realidad la mapaternidad cataliza y revela lo que ya estaba allí gestándose como un cambio de perspectiva, con las contradicciones que eso lleva y que por otro lado abre la posibilidad a interpelarse a otros pero tambien a mantener y reproducir el statu quo de los estereotipos de género y las relaciones jerárquicas de género tal y cual ya lo venían haciendo antes. En fin, creo que más que un "cambio de vida" es una oportunidad para un cambio de vida...para quiénes decidan aprovecharlo. Abrazos!
Estoy de acuerdo con tu comentario, Sebastián. Creo que la paternidad —como otras experiencias disruptivas en la vida— es una puerta que se abre y, por acción u omisión, nos empuja a tomar decisiones; las cuales probablemente serán tomadas —y direccionadas— en función de la vida acumulada previamente, las posibilidades y el contexto. Gracias por leer, pensar y compartir tu vivencia. Un abrazo!
Nacho, querido, me gustan mucho tus reflexiones. Yo, en ocasiones, también me aburro los sábados y los domingos. Y, lo peor, no soy padre: me aburro de mí mismo. Quizás debería tener a un Lorenzo para que me invite a "salir del centro", aunque, ahora que lo digo, la idea de tener un hijo para ganar algo me suena terriblemente egocéntrica. En fin... Gracias por abrirte de esta manera. Me encanta esta catarsis semanal que haces, y la honestidad y sensibilidad que le imprimes. ¡Qué suerte tienen Irene y Lorenzo! Que sepas que los "no padres" también te leemos y te acompañamos. Abrazos desde Colombia.
Alejo! Aburrirse de uno mismo puede ser una puerta interesante para abrir y ver qué aparece, ¿no? Ya me contarás si hay algo por allí. Gracias por leer y por comentar. Me alegra que los no padres también estén por acá, son más que bienvenidos.
Estimado Ignacio, saludo su artículo y me pregunto si quizás lo que hay detrás de ese aburrimiento e incomodidad en momentos puntuales de la dinámica entre padres e hijos no es -lisa y llanamente- aburrimiento.
Si. Nuestros hijos nos pueden aburrir como nos aburren nuestra pareja, las reuniones con amigos, ese libro del que anoche no podíamos despegarnos, las fiestas y un largo etcétera. El problema -siento- esta en las idealizaciones (de nuestros hijos, de nuestra pareja, de las novelas de Brindisi) y en el mandato de época que nos hace saltar de actividad en actividad con el fin de evitar la incomodidad y el aburrimiento, no sea cosa que nos arrojen a la introspección y al silencio. ¿No es acaso lo que se le reprochaba a ese gran jugador de fútbol? ¿Qué -a pesar de haber ganado todo y a todos- su rostro, su aura era de aburrimiento e infelicidad?
Y hablando de idealizaciones, no estoy de acuerdo con Neuman: los niños son niños, y los artistas del presente...vaya uno a saber en qué andan. Me quedo con las palabras que una vez le escuché a la escritora Betina Gonzalez: "cuando escriban, piensen en el niño que fueron una vez. Sean ese niño". Un adulto que juega con un niño es un exiliado que regresa a la tierra que una vez supo habitar. El problema es cuando uno se pasea por ahí con las ropas de la adultez y no se deja permear por ese niño que fue.
Hola Juan, muchas gracias por tu mensaje (por tu tiempo para leer y comentar con buena onda). Me pregunté varias veces si podía ser simplemente aburrimiento, pero en mi caso no lo es. ¿Hay algo que simplemente sea, así, sin más? Una piedra puede ser —lisa y llanamente— una piedra, pero de algún modo llega a ser una piedra. Seguramente no es el mejor ejemplo, pero creo (espero) lograr transmitir el punto: ¿por qué nos pasa lo que nos pasa en determinados momentos?, esa creo que sería la pregunta (la misma aplica a por qué nos aburre un libro/una película/un amigo/una pareja/o Riquelme). De hecho, mi punto fue que detrás del aburrimiento puede haber —en mi caso, hay— algo más. Creo que una clave está en lo que mencionás sobre dejarse caer en la introspección y el silencio (y que yo llamo "vacío" en el texto).
Sobre los artistas del presente, coincido con Neuman, al menos en el caso de mi hijo: no hay nada más que el presente en su vida, al menos hasta los tres años y medio que tiene, lo único que parece importarle es el ahora, el presente más inmediato. Igualmente, me gusta lo de Betina González, me parece una buena frase. Y el desafío que me planteo como adulto, en todo caso, es conectar con otro niño de modo tal que eso me ayude a conectar con mi propio niño.
Coincido y me resuena el cambio que producen nuestres hijes cuando llegan a nuestras vidas. Tambien creo que no necesariamente produce esa revolución interna (y externa tambien) para todos los varones-padres. Quizás, al igual que creo que hizo la pandemia, en realidad la mapaternidad cataliza y revela lo que ya estaba allí gestándose como un cambio de perspectiva, con las contradicciones que eso lleva y que por otro lado abre la posibilidad a interpelarse a otros pero tambien a mantener y reproducir el statu quo de los estereotipos de género y las relaciones jerárquicas de género tal y cual ya lo venían haciendo antes. En fin, creo que más que un "cambio de vida" es una oportunidad para un cambio de vida...para quiénes decidan aprovecharlo. Abrazos!
Estoy de acuerdo con tu comentario, Sebastián. Creo que la paternidad —como otras experiencias disruptivas en la vida— es una puerta que se abre y, por acción u omisión, nos empuja a tomar decisiones; las cuales probablemente serán tomadas —y direccionadas— en función de la vida acumulada previamente, las posibilidades y el contexto. Gracias por leer, pensar y compartir tu vivencia. Un abrazo!
Nacho, querido, me gustan mucho tus reflexiones. Yo, en ocasiones, también me aburro los sábados y los domingos. Y, lo peor, no soy padre: me aburro de mí mismo. Quizás debería tener a un Lorenzo para que me invite a "salir del centro", aunque, ahora que lo digo, la idea de tener un hijo para ganar algo me suena terriblemente egocéntrica. En fin... Gracias por abrirte de esta manera. Me encanta esta catarsis semanal que haces, y la honestidad y sensibilidad que le imprimes. ¡Qué suerte tienen Irene y Lorenzo! Que sepas que los "no padres" también te leemos y te acompañamos. Abrazos desde Colombia.
Alejo! Aburrirse de uno mismo puede ser una puerta interesante para abrir y ver qué aparece, ¿no? Ya me contarás si hay algo por allí. Gracias por leer y por comentar. Me alegra que los no padres también estén por acá, son más que bienvenidos.
Abrazo grande,
Estimado Ignacio, saludo su artículo y me pregunto si quizás lo que hay detrás de ese aburrimiento e incomodidad en momentos puntuales de la dinámica entre padres e hijos no es -lisa y llanamente- aburrimiento.
Si. Nuestros hijos nos pueden aburrir como nos aburren nuestra pareja, las reuniones con amigos, ese libro del que anoche no podíamos despegarnos, las fiestas y un largo etcétera. El problema -siento- esta en las idealizaciones (de nuestros hijos, de nuestra pareja, de las novelas de Brindisi) y en el mandato de época que nos hace saltar de actividad en actividad con el fin de evitar la incomodidad y el aburrimiento, no sea cosa que nos arrojen a la introspección y al silencio. ¿No es acaso lo que se le reprochaba a ese gran jugador de fútbol? ¿Qué -a pesar de haber ganado todo y a todos- su rostro, su aura era de aburrimiento e infelicidad?
Y hablando de idealizaciones, no estoy de acuerdo con Neuman: los niños son niños, y los artistas del presente...vaya uno a saber en qué andan. Me quedo con las palabras que una vez le escuché a la escritora Betina Gonzalez: "cuando escriban, piensen en el niño que fueron una vez. Sean ese niño". Un adulto que juega con un niño es un exiliado que regresa a la tierra que una vez supo habitar. El problema es cuando uno se pasea por ahí con las ropas de la adultez y no se deja permear por ese niño que fue.
Abrazo grande.
Hola Juan, muchas gracias por tu mensaje (por tu tiempo para leer y comentar con buena onda). Me pregunté varias veces si podía ser simplemente aburrimiento, pero en mi caso no lo es. ¿Hay algo que simplemente sea, así, sin más? Una piedra puede ser —lisa y llanamente— una piedra, pero de algún modo llega a ser una piedra. Seguramente no es el mejor ejemplo, pero creo (espero) lograr transmitir el punto: ¿por qué nos pasa lo que nos pasa en determinados momentos?, esa creo que sería la pregunta (la misma aplica a por qué nos aburre un libro/una película/un amigo/una pareja/o Riquelme). De hecho, mi punto fue que detrás del aburrimiento puede haber —en mi caso, hay— algo más. Creo que una clave está en lo que mencionás sobre dejarse caer en la introspección y el silencio (y que yo llamo "vacío" en el texto).
Sobre los artistas del presente, coincido con Neuman, al menos en el caso de mi hijo: no hay nada más que el presente en su vida, al menos hasta los tres años y medio que tiene, lo único que parece importarle es el ahora, el presente más inmediato. Igualmente, me gusta lo de Betina González, me parece una buena frase. Y el desafío que me planteo como adulto, en todo caso, es conectar con otro niño de modo tal que eso me ayude a conectar con mi propio niño.
Abrazo grande y gracias por pasar por acá,