Pensarnos en otra piel
Las cuatro recomendaciones de la newsletter de hoy: una serie de 24 cortometrajes, un cómic, una película y un video.
“H24”, “Me lo podrías haber pedido”, “C’mon, c’mon” y “Los ayudadores”. Todas sugerencias que, de algún modo, pueden invitar a ponerse en el lugar de otras personas.
¿Cómo me sentiría yo si fuese mujer y me acosaran en un autobús? ¿Qué pasaría si tuviera que cuidar a dos personas que dependen de mí pero, materialmente, sólo pudiera cuidar a una? ¿Es lo mismo “ayudar” que “hacerse cargo”?
Estas son solo algunas de las preguntas que me hice mientras miraba o leía las cuatro recomendaciones de hoy. Vayamos, entonces, directo al grano que hay bastante para ver, leer y reflexionar. Y, al final, un toque de humor.
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24 horas en la vida de una mujer
Hace poco descubrí H24: 24 horas en la vida de una mujer, una serie de 24 cortometrajes que me encantó. Está en la plataforma Arte, que es de acceso gratuito (y que tiene un montón de contenidos súper interesantes y con una producción artística de alta calidad).
Los cortos de H24, inspirados en hechos reales, duran 5 minutos (o menos) y están basados en textos de escritoras como Siri Hustvedt, Sofi Oksanen, Rosa Montero o Lydie Salvayre, entre otras autoras. “Un manifiesto cinematográfico contra el sexismo y las diferentes formas de violencia que sufren las mujeres a diario”, dice Arte sobre H24.
Las narradoras de las historias son mujeres interpretadas por actrices destacadas como Diane Kruger (Troya, Bastardos sin gloria —Malditos bastardos, en España—), Noémie Merlant (Tár, Retrato de una mujer en llamas) o Camille Cottin (Aliados, Stillwater), entre otras.
Cada capítulo cuenta —a veces, en primera persona, y otras, desde la mirada del agresor— un hecho que ilustra temas como el acoso en sitios públicos —en un autobús o en la calle—, el ciberacoso, la cosificación de la mujer, el consentimiento y otras violencias más sutiles o menos fáciles de detectar, como una sonrisa o un halago que a priori no parecen malintencionados.
“Lo peor y lo mejor es que al verlos, uno detrás de otro, te sientes identificada con esas 24 horas porque en algún momento de nuestra vida todas nos hemos sentido como alguna de las protagonistas de estos cortos. Ojalá se tratase sólo de una ficción y no de una representación artística de la realidad más abrumadora”, escribió Anabel Palomares en Trendencias.
La actriz española Susana Abaitua, protagonista del corto Qué pena —sobre la violencia obstétrica—, consideró que es “clave” que H24 esté dirigido, escrito e interpretado por mujeres: “Si empezáramos a contar historias y a contar desde la cultura lo que pasa realmente, los niños empezarían a plantearse las cosas. Este tipo de proyectos sirve para eso y habría que ponerlo en todos lados”. Amén.
En Signos, el primer corto de H24, una mujer que trabajó durante la noche se queda dormida en el autobús y es despertada con una palmada en el hombro. La actriz Diane Kruger logra meterse en la cabeza de un hombre que acosa a una mujer sin que eso le parezca algo inapropiado o que esté mal. “¿Para qué está una mujer si no es para satisfacer mi deseo?”, podría ser una de las creencias de este acosador.
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¡Me lo podrías haber pedido!
¡Me lo podrías haber pedido! es un comic (traducido al castellano) ilustrado por la francesa Emma Clit, que retrata la lógica masculina que suele dominar la realidad de las parejas heterosexuales frente a las tareas del hogar.
“Cuando un hombre le pregunta a su pareja qué tiene que hacer en casa, está evitando asumir su parte de carga mental”, explica la autora en una entrevista interesante que publicó elDiario.es.
Clit, que se define como “feminista incluyente, antirracista y anticapitalista”, refleja en su cómic la carga mental y las excusas de los hombres para eludir tareas que deberían ser compartidas.
“Cuando un hombre espera que sea su pareja la que le pida que haga determinadas cosas, la está viendo como la coordinadora de las tareas del hogar”, dice en una de las viñetas.
Consultada sobre las reacciones sobre su trabajo, Clit cuenta que muchos hombres se han sentido heridos porque no han entendido la diferencia entre carga mental y ejecución de tareas: “Me han dicho 'bueno pero yo paso el aspirador' y yo les pregunto: '¿Pero lo haces porque te lo piden o porque has pensado tú en hacerlo? Los hombres normalmente se encargan y hacen tareas domésticas porque su pareja se lo pide. Ellas son las que asumen la carga mental”.
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Cuando nos toca cuidar
Una de las películas que más me gustaron en el último tiempo es C'mon C'mon. La vi hace más de un año y aún recuerdo que me dejó inquieto, pensando, movilizado (y tengo la impresión de que pasó algo desapercibida para “el gran público”). Además, los tres protagonistas tienen actuaciones brillantes.
Johnny (Joaquin Phoenix) es un periodista de radio que viaja por Estados Unidos preguntándoles a niños y adolescentes sobre el futuro. Estas entrevistas son reales y los entrevistados no son actores sino niños y adolescentes que, como suele pasar en la vida real, no están acostumbrados a que los adultos les hagan preguntas “serias” o “importantes”.
Estas entrevistas se entrelazan con la historia central de la película, en la que Johnny decide reencontrarse con su hermana Viv (Gaby Hoffmann) un año después de la muerte de la madre de ambos.
Johnny termina cuidando a su sobrino Jesse (Woody Norman) por unos días porque Viv tiene que ausentarse de su casa para acompañar a su pareja.
Creo que en esta película se aplica la frase de que ningún marinero se hace experto en un mar sin olas. Johnny, un hombre soltero y sin hijos, de repente experimenta por unos días algo parecido a la paternidad. La experiencia le pasa por el cuerpo y, lo sabemos, eso no es igual que imaginarse las olas en el mar.
En la película hay una tensión interesante que se va construyendo entre el tío que cuida y su sobrino, un niño astuto y algo impredecible. Van apareciendo las contradicciones y los desencuentros del mundo adulto y la complejidad de compatibilizar eso con los niños.
Las preguntas se acumulan: ¿Por qué Johnny estaba peleado con su hermana, la madre de Jesse? ¿Qué le pasa al papá de Jesse que no puede estar con su hijo? ¿Qué opciones tiene su madre ante todo lo que está sucediendo?
En la película hay un mundo metafórico que va humedeciendo todo: amigos imaginarios, comunicación subterránea entre árboles, preocupaciones existenciales de los jóvenes, colonias de hormigas y conspiraciones.
También hay momentos de una angustia atroz que creo que cualquier madre/padre ha experimentado, como cuando Jesse se pierde en una tienda y su tío no lo encuentra por ningún lado… ¿Quién se asusta y se enoja más? ¿El tío o el sobrino? ¿Por qué pasa lo que pasa?
En el film sobrevuelan la desesperación, la tristeza, la impotencia y la incertidumbre. Pero, ya tiempo después de haberlo visto, siento que predomina algo parecido a la esperanza y el amor: siempre hay que seguir luchando, más aún por nuestros afectos.
C'mon C'mon me hizo pensar, entre tantas otras cosas, en la estructura de los cuidados en general, de qué pasa cuando esa persona que cuida (Viv) tiene que cuidar a más de uno (a su pareja y a su hijo) pero no puede hacerlo.
También se hace evidente lo frágil que puede ser la dinámica familiar, sobre todo cuando hay niños de por medio. Y en lo hermoso/difícil/desafiante/transformador que puede resultar entregarse a la tarea titánica de cuidar a alguien para alguien (en este caso, el tío) que nunca desempeñó ese rol.
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Los ayudadores
Para cerrar, te dejo un video con un tono humorístico (pero para tomarlo en serio). Se trata de Los ayudadores - #YoMeOcupo, dura un minuto y forma parte de una campaña en la Argentina de la Iniciativa Spotlight, una alianza de la Unión Europea y las Naciones Unidas que busca terminar con las violencias de género.
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Muchas gracias por acompañarme hasta acá.
Como siempre, más gracias por leer, comentar, mandarme mails y compartir con otras personas esta newsletter.
Nos vemos en dos semanas.
Espero que estés bien.
Un abrazo,
Nacho
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Un gracias enorme 🙏 a Marta Castro por la generosa edición 🙌 de esta newsletter. Los errores son míos (sabrán perdonarme). Marta no tiene redes sociales: no le gustan. Pero si quieren contactarla, me avisan 😉
Gracias Ignacio, por tus inteligentes e imprescindibles reflexiones, que tanta información y verdades aportan a todos.
Te leo siempre con la mayor satisfacción.
Felicidades