¿Qué es violencia?
Hartazgo de la corrección política. Amistades. Bullying al nuevo. Rodrigo Fresán y el entusiasmo irritante de Fito Paez. Freud y los chistes. La cuota alimentaria. Solemnidad versus comodidad.
Leo en diagonal un documento interminable donde conservo anotaciones, ideas, partes de entrevistas, frases de artículos y anécdotas. Sin pensar demasiado, selecciono lo que me llama la atención: corto y pego los fragmentos en este documento.
No tengo una intención particular al reunirlos y no veo un hilo conductor, aunque inconscientemente debe haberlo. Por eso, se lo paso a Irene, y a ella le parece obvio: sí, claro que hay un hilo conductor.
Aquí van los fragmentos. Podés decirme si ves lo mismo. O qué ves cuando me leés.
Bullying al nuevo
“Viene del circo, ¿no?”, me dice un amigo sobre un amigo mío nuevo. Mi amigo histórico no lo conoce pero, parece, sospecha, ¿teme? que el nuevo puede llegar a ser importante.
El uso de una camiseta musculosa le resulta suficiente para hacer un chiste y medir la temperatura de las amistades (de la nueva y de la histórica). Una especie de bullying al nuevo, buscando mi complicidad. ¿Qué hago? ¿Me río o no?
Es una anécdota puntual, pero me sigue pasando que al presentarle un amigo nuevo a un amigo con más historia compartida, una de las primeras reacciones es un comentario irónico o cínico, en tono de burla.
El comentario, a espaldas del nuevo y con indisimulable búsqueda de diferenciación, ¿es un reflejo competitivo ante la sensación de una amenaza? ¿Es para testear la lealtad a esa antigua amistad que se supone más valiosa por su peso histórico? ¿O será para chequear si uno fue seducido por otro? ¿Son celos?
Finalmente, también subyace un interrogante binario, una demanda no dicha en ese bullying al nuevo, como si el histórico me estuviera tanteando: ¿Y vos? ¿De qué lado estás? Pero no lo dice, no lo plantea abiertamente.
La psicoanalista argentina Alexandra Kohan recuerda que para Freud el chiste solo es chiste si el otro se ríe. La autora de El sentido del humor explica: “Si el otro no se ríe no es un chiste. Eso divide y despeja las cosas muchísimo. Porque incluso en la actualidad se usa decirle al otro cualquier cosa, ser agresivo y si el otro se pone mal decirle ‘ay, qué poco sentido del humor que tenés’ o ‘ay, era un chiste, no te ofendas’. Hay mucha gente violenta que trafica su violencia diciendo ‘¡es un chiste!’”.
…
Tu entusiasmo me irrita
En un perfil de Fito Páez escrito por Leila Guerriero en El País, el escritor Rodrigo Fresán dijo sobre el gran rockero argentino: “No hay nada más irritante para la gente sin entusiasmo que el entusiasmo ajeno. Y esa envidia se convierte en condena y acusación. Ver a alguien feliz con lo que hace, bailoteando como bailotea Fito… entiendo que eso irrite, despierte un espíritu cuestionador”.
…
Superponer varón y patriarcado
Kohan, harta de la solemnidad de la época, propone en sus columnas, entrevistas y libros una mirada desafiante, provocadora y arriesgada de los temas actuales.
En una entrevista de 2019 con Panamá Revista, la autora de Y sin embargo, el amor cuestiona la tendencia de llamar “violencia” a cualquier experiencia sexual insatisfactoria o con hombres considerados “boludos”. Sostiene que etiquetar todas las situaciones como violencia invisibiliza las dinámicas reales del patriarcado, donde existen verdaderas opresiones.
Pregunta: ¿Se superpone varón a patriarcado?
Kohan: Sí, y es un error garrafal. El patriarcado no es el varón, es un sistema de opresión, porque incluso hay mujeres patriarcales. Es un error de análisis y por lo tanto de consecuencia. ¿Por qué no incluir a los varones en la lucha por la legalización del aborto? Si son parte. Porque además, lo que yo digo, es que a cualquier mujer, después de decidir, lo que le vendría mejor es que el varón la acompañe. No que la deje sola.
La entrevista (19 minutos de lectura) es muy interesante, invita a la reflexión (y a la polémica). Me hace pensar diferente porque es una voz distinta —disonante— a otras que ocupan más espacio o hacen más ruido. Es valiosa la singularidad en las ideas de Kohan, que está alerta para no caer en los extremos y también atenta a escuchar.
No me parece esencial estar o no de acuerdo con ella. Se puede dialogar con sus ideas y argumentos. O disentir. Como cuando la psicoanalista responde ante la pregunta “¿Siempre el no es no?”. Ahí parece haber un intento forzado de ir contra la corriente y decir algo distinto. Queda la sensación de que relativiza algo que no es necesario, o no de ese modo.
Al final, me doy cuenta de que es una impresión que humedece toda la entrevista. Percibo un riesgo de simplificar el impacto emocional de ciertas experiencias negativas al desvincularlas de la violencia simbólica o emocional que muchas personas sufren.
Coincido en que no toda situación incómoda es violencia, pero su postura podría minimizar cómo el patriarcado opera a través de expectativas sociales que limitan el consentimiento genuino y la libertad sexual de las mujeres. Al centrarse en la responsabilidad personal, puede parecer o malinterpretarse que las mujeres son “culpables” en situaciones donde lo que hay es desigualdad o asimetría de poder (real o simbólico).
Queda el riesgo de minimizar cómo el patriarcado influye en las relaciones de poder y consentimiento. Ejemplo: si una mujer tiene sexo con un tipo bajo presión social o emocional (por “ser amable” o evitar conflictos, porque decir “no” es más difícil de lo que parece para muchas), esa interacción podría no entenderse como la violencia explícita de una violación, pero igual refleja dinámicas de poder desiguales que el patriarcado refuerza, incluso sutilmente, creando víctimas.
Me pregunto: ¿puede existir una víctima sin violencia entre dos personas? Hay que encontrar nuevas maneras de decir, de nombrar. Pero no relativizar.
…
No te hagás el feminista
En una cena en la que somos mitad varones y mitad mujeres, un varón cuenta que en un grupo de chat de amigos varones, que de afuera parecería bastante progre, a menudo le dicen “Ah, el feminista”.
La reacción aparece cuando él hace un comentario que intenta ser ecuánime. Algo simple: “Tu ex tiene razón, corresponde que pagues la cuota alimentaria, y a tiempo”.
“Ah, el feminista”. El tono es de burla para ridiculizar al que habla. Esta dinámica se sostiene, entre otras cosas, por la complicidad de los demás, ya sea en forma de risa o silencio. Y lo hacen hombres supuestamente progres que, para conservar prestigio social, no dirían nada así en público —se morderían la lengua— porque saben que serían reprobados o cancelados.
Mientras, puertas adentro, siguen disciplinando a otros hombres. La burla y la dinámica de grupo apuntan a la vergüenza que debería sentir “el feminista”, una advertencia para que pare. O acaso, ¿de qué lado estás? La amenaza subliminal para ese “feminista” es obvia: “Ojo, que si ya no sos uno de nosotros, en cualquier momento te sacamos del grupo”. A priori, ¿quién quiere ser excluido de un grupo de pertenencia?
Pienso en las sutilezas del patriarcado para disciplinar a los hombres. Pienso cómo te siguen diciendo “putoooo”, pero con un sticker y un “jajaja”, sugiriendo que no están diciendo lo que están diciendo (pero lo estarán diciendo).
…
¿Posta? Sí, posta
En su newsletter NLP, la periodista
escribió sobre una madre que durante 14 años mantuvo sola a su hijo porque el padre nunca le pasó la cuota por alimentos: “En un país donde eso le sucede a 7 de cada 10 madres solteras, no hay que fantasear tanto, es sólo cuestión de preguntarle a alguna de tus amigas”.A los 14 años, ese hijo se fue a vivir al sur con su papá. Y ahí, el padre le hizo un reclamo judicial para que ella pague la mitad de los alimentos (esos que él mismo nunca pagó).
“La Justicia te dice que si vos no le reclamaste legalmente los alimentos a tu ex en algún momento, ahora no hay nada que hacer. Te desesperás y lo chequeás con tu abogada porque no lo podés creer. Tu abogada lo confirma. Si no hay constancia del reclamo, aunque tengas razón, vas a perder: la deuda por alimentos comienza a correr desde el momento en que se presenta la demanda judicial. Si pensás la escena completa, se te rompe el corazón de la ira”.
…
Acá está el hilo
Irene tuvo claro el hilo conductor de todo lo anterior: “Pareciera que estás cuestionando qué es violencia y qué no lo es. Estos fragmentos me hablan de la violencia velada del patriarcado, de formas sutiles de burlar y presionar que sí son violencia”.
Le pregunto a una aplicación de Inteligencia Artificial (IA) qué eje temático identifica:
“Estos fragmentos ilustran cómo el patriarcado opera a través de dinámicas de poder, competencia, burla y presión social. No son violencia física explícita, sino que reflejan violencia simbólica, emocional y estructural que afecta relaciones personales y situaciones familiares. Los textos conforman un eje temático unificado sobre las formas sutiles, veladas y normalizadas de violencia en el sistema patriarcal.”
…
¿Qué podemos hacer?
Entiendo que la corrección política —“la solemnidad de la época”— se vuelve un embole o una materia pesada, y que podemos sentirnos coartados, limitados. Ahí aparece eso de que no se puede decir nada, no se puede hablar u opinar de nada, que ya no se pueden hacer chistes.
Esa postura es victimizante y exagerada. Hay una mezcla entre la comodidad de seguir en el mismo lugar y la pereza de buscar nuevas formas de hablar, de reírnos, de divertirnos, de comunicarnos.
La victimización, además de una forma de manipulación emocional, es limitante, nos exculpa asumir responsabilidades y, por lo general, desvía el foco de la discusión. Se termina evitando la conversación sobre problemas estructurales o sistémicos al banalizar o restarle importancia a lo central.
Más allá de la discusión de dónde trazamos la línea que determina qué es violencia, en rigor, ¿será que hay que hacer un esfuerzo por escuchar, entender y cambiar ciertas formas de pensar, para así remover las capas discursivas (cargadas de sentido) que repetimos en automático?
Hasta acá llegamos.
Me gustaría saber si alguna vez te sentiste incómodo en relación al patriarcado o a los discursos feministas. Ya sea por un reclamo que te hicieron, por algo que escuchaste o por un momento en que pensaste en hablar pero elegiste callarte (porque muchas veces no es fácil).
Gracias a los que siguen compartiendo esta newsletter, suscribiéndose y escribiéndome (pueden hacerlo respondiendo este mail, ¡respondo todo!).
Me gusta recibir sugerencias o críticas. También cuando cuentan lo que les pasa o comparten experiencias personales. De corazón, gracias por tanto.
Si te gusta Recalculando y me querés ayudar, dale “like/me gusta” a la publicación (es el corazoncito que aparece por ahí) o compartila con alguien (con el botón “compartir” o directamente reenviando este mail). ¡Mil gracias a todos los que lo vienen haciendo! 😉).
También podés postear en redes sociales y arrobarme en Twitter (@pereyranacho), Instagram (@nachopereyra23) o Facebook (Nacho Pereyra).
Un abrazo,
Nacho