Comunidad higienizada, sigamos
Inside Amy Schumer y el sexo con tu esposa. El uso del tiempo, ¿cuánto nos queda con ese amigo querido? Ola de amputaciones en varones. Una charla TED sobre masculinidad.
En la newsletter anterior (Sin intimidad y con penes tristes) hablé sobre la falta de intimidad en la amistad entre los varones y también sobre cómo y cuándo (no) hablamos los hombres de sexo según sea o no referido a una pareja estable.
El texto generó una buena cantidad de reacciones diversas. Me llamó la atención que enseguida se dieron de baja de Recalculando cinco personas (¿penes ofendidos?), algo que nunca me había pasado en este año y medio de lento y sostenido crecimiento (a lo sumo se habían dado de baja dos suscriptores en una semana pero nunca cinco).
Obvio que el síndrome del impostor afiló los dientes —¿qué hago acá escribiendo sobre qué significa ser hombre?— y también me cuestioné si había abordado mal el tema o si la había pifiado feo en algo que ni siquiera era capaz de registrar. En fin, se encendieron esas alarmas que la inseguridad hace sonar fuerte cuando uno relaja la guardia ante ciertos fantasmas (¿Se habrán aburrido de leerme? ¿Tendría que cerrar la newsletter?).
Pero luego llegaron ocho nuevos suscriptores, lo cual dejó el balance favorable. Y unos días después, una amiga me dijo: “Se higienizó tu comunidad”. Me pareció una buena teoría: que hayan quedado, salido y entrado los que quieren. Así que bienvenidos a los que reciben este correo por primera vez.
Más allá de lo anterior, que en buena parte sospecho será por lo incómodo del tema, lo más interesante fueron los mensajes que me escribieron —sin sorpresas acá: la mayoría fueron mujeres— y algunas conversaciones que aún están en proceso.
Un lector, por ejemplo, me compartió (¡muchas gracias C!) una escena de la comedia Inside Amy Schumer, donde un grupo de amigos habla —se jacta— sobre sexo pero todos se quejan cuando uno de ellos cuenta lo que hace con su esposa.
El video, además de divertido, es tan elocuente que no necesita mayor introducción:
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Esto me hizo acordar a un video que me mandó otro lector (¡gracias E!) y que tenía pendiente compartir acá.
Fue hace unos meses, cuando escribí sobre la adicción a las pantallas y sobre qué hacemos con el tiempo en nuestras vidas, donde puse que mil millones de segundos es igual a 31 años.
Entonces, un lector me mandó El tiempo que nos queda, un corto publicitario emotivo —y efectivo—, que nos sacude para que seamos activos al decidir cómo usar nuestro tiempo.
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La diabetes desató una ola de amputaciones entre los hombres de San Antonio, Estados Unidos, leí en el New York Times en Español. En la newsletter del diario, Edgar Sandoval, el periodista que escribió el artículo, contó que descubrió que Texas tiene una de las tasas más altas de país en amputaciones relacionadas con la diabetes: unas 52 por cada 100.000 hospitalizaciones.
“Las cifras eran más alarmantes en San Antonio, la séptima ciudad más poblada de Estados Unidos, donde los hombres tienen tres veces más posibilidades de perder un pie o una pierna por la diabetes que las mujeres”, dijo el periodista.
Consultado sobre por qué el tema se vuelve más grave entre los hombres, Sandoval señaló:
Una de las razones, me dijeron los doctores, puede deberse a los estigmas culturales que tienen los hombres latinos ante la atención médica. Julius Hunter, coordinador en el programa de Prevención y Control de la Diabetes de San Antonio, me explicó que ha visto que, desde jóvenes, los hombres tienden a ser programados para “aguantarse” y suelen ignorar los cortes y lesiones que pueden ser síntoma de infección severa, incluso cuando ya tienen un diagnóstico de diabetes. Cuando su oficina organizaba seminarios de diabetes, se dio cuenta de que había muy pocos asistentes varones. Muchos hombres han escuchado frases como: “¿Eres un hombre o vas a llorar como un niñito?”. Esos mensajes prevalecen hasta la edad adulta.
Ya escribí hace unos meses sobre cómo los hombres (no) nos ocupamos de nuestra salud y cómo eso también está relacionado con la educación que recibimos, las expectativas sociales y, al final, con la sobremortalidad masculina.
La ola de amputaciones me hizo acordar a eso de que los hombres “llegamos tarde” al sistema de salud y que incluso vivimos siete años menos por una cuestión de género, como dijo la psicoanalista Débora Tajer.
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“Un replanteamiento de la masculinidad, arraigado en la empatía”, es el título de la charla TED que dio Gary Barker, presidente y director ejecutivo de Equimundo, una ONG que trabaja para promover la igualdad de género y crear un mundo libre de violencia involucrando a hombres y niños.
Barker propone alejarnos de las ideas que perpetúan estereotipos perjudiciales sobre la masculinidad y, en cambio, fomentar una cultura de cuidado, compasión y conexión entre los hombres.
Hablar de masculinidad, aclara, no reemplaza las conversaciones sobre la plena igualdad y los derechos de las mujeres, pero es una conversación “urgente e interconectada que debemos tener”.
La masculinidad, plantea, es un hilo conductor de la violencia: “Es una verdad incómoda y difícil de ver, pero la mayoría de la violencia en el mundo es ejercida por hombres”, lo que incluye la violencia contra las mujeres y personas de todas las identidades de género, y también la violencia contra otros hombres y contra nosotros mismos (como el suicidio).
Barker señala que alrededor del 40 al 50 por ciento de los hombres en el mundo cree en una versión de la masculinidad que dice algo así: tengo que superar al otro a toda costa; no puedo demostrar que soy vulnerable ni pedir ayuda. El sexo se trata de conquista, no de intimidad y conexión. Tenés que demostrar que sos duro y fuerte todo el tiempo. Y la violencia es una forma de conseguir lo que querés.
La raíz de esta violencia, asegura, tiene que ver con la forma en que criamos a los niños y en cómo los niños y los hombres viven sus vidas: “Les decimos a los niños que sean ‘hombres’ y les enseñamos que la violencia es la mejor herramienta para la resolución de conflictos”.
Sabemos cómo funciona esto, ¿no? Los varones crecemos creyendo que debemos tener mucho sexo (con muchas mujeres) y vivimos situaciones extremas —tomar mucho alcohol, excesos con drogas, manejar demasiado rápido— porque esas son las formas de demostrar nuestra virilidad: “Y eso les está costando la vida a los hombres”, dice Barker.
La charla TED gira en torno a preguntas como: ¿Qué podemos hacer al respecto con esta realidad? ¿Cómo podemos convencer a los hombres de que es importante (y varonil) tener esta conversación?¿Cómo podemos involucrar a los hombres, que muchas veces se sienten confundidos y a la defensiva sobre su papel en la igualdad de género, en estas complejas conversaciones sin que se sientan atacados?
Barker señala que una carencia de la masculinidad tradicional es que formamos una coraza alrededor de nosotros mismos: “Cerramos nuestras emociones, nos cerramos a la conexión humana que necesitamos”. Por ejemplo, dice, algo que los hombres repetimos desde jóvenes es: “No me importa”.
“Es nuestra coraza perfecta, ¿no? Nos escondemos detrás de ella, y eso también dice: ‘No puedes culparme, no puedes cuestionarme, no puedes hacerme daño, no me da vergüenza porque no me importa’. [...] Este es un escudo que usamos para aislarnos”.
La charla completa (13 minutos, con subtítulos en español) en este link o acá abajo:
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En fin, creo que quedó claro que estoy convencido de que los hombres tenemos que tener más conversaciones abiertas y honestas, con nosotros mismos y con otros varones. Si este concepto te parece aburrido, bueno, lo siento, corro el riesgo de que haya más bajas esta semana (pero si te vas a ir, antes me gustaría que me dijeras por qué, ¿puede ser?)
Muchas gracias a los que hacen circular la newsletter y nuevamente bienvenidos a los que hoy reciben mi correo por primera vez (este es el archivo de todo lo publicado en Recalculando).
Nos escribimos, como siempre.
Un abrazo,
Nacho
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