Aprender desde la infancia
Un hincha cree que hace una travesura pero es condenado a prisión. La psicoanalista Débora Tajer nos recuerda que ningún pibe nace macho.
Esta semana nevó en Atenas y en varias zonas de los alrededores de la capital griega, que es donde vivo con mi familia. Así que Lorenzo, mi hijo de cuatro años, no fue al jardín de infantes (estuvieron cerrados) y estuvo casi todo el tiempo en casa. ¿Y qué pasó? Se portó muy bien y eso me da mucha alegría.
Uso esto para decir otra cosa: la newsletter de hoy le vendría bien a él, como me hubiera venido bien a mí en la infancia.
El primer tema del que hablo (condena por agresión sexual que no es vista como tal) podría haberse evitado si el hombre condenado hubiera aprendido desde la infancia (y entendido) las cosas que dice la psicoanalista Débora Tajer en la charla TED que recomiendo luego.
Así que acá vamos, a seguir aprendiendo (desde chicos y también de grandes).
Condenaron a un hincha por tocarle la cola a una periodista
Un hombre fue condenado en Italia a un año y medio de prisión por agresión sexual por darle una palmada en la cola a una periodista que hablaba en directo por televisión. El caso ocurrió el 27 de noviembre de 2021 al término de un partido de fútbol. La sentencia se conoció a finales de diciembre pasado.
El hecho, registrado en televisión y por cámaras de seguridad, se puede ver acá:
Por esta acción, ocurrida tras el partido Empoli-Fiorentina, la Justicia condenó a Andrea Serrani (47 años) por abuso sexual de la periodista Greta Beccaglia (28 años). La sentencia quedó en suspenso por 5 años, supeditada a que el imputado participe en cursos de recuperación.
En una entrevista con el diario Corriere della Sera, Beccaglia dijo que la sentencia es una victoria no solo de ella sino de todas las mujeres: “Nadie tiene derecho a vulnerar nuestros derechos, a considerar nuestro cuerpo como un trofeo; nadie debe humillarnos, denigrarnos, considerarnos un objeto”.
El hecho, la sentencia y las reacciones al caso dan varios temas para reflexionar.
En el video se escucha que la periodista le dice a Serrani que no puede hacer eso que acaba de hacer. Enseguida, otros dos tipos pasan rodeando a la periodista de modo intimidante y le hacen un comentario. No hay que ser muy creativo —ni saber italiano— para entender el tenor de lo que le están diciendo: basta observar el lenguaje corporal de estos dos tipos.
El conductor televisivo Giorgio Micheletti, desde el piso, le pide a la periodista que no se “enoje” y le dice que con estas experiencias “también se crece”.
Uno de los problemas es que, entre sus buenas intenciones, el conductor desliza (aunque sin decirlo) que no sería tan grave la agresión pero que sí puede ser peligroso que la situación escale.
¿Por qué un hombre piensa y reacciona así cuando una colega suya es agredida? Otra vez: ¿qué ideas hay detrás para decir eso? ¿Qué falta?
El conductor —que reprobó la agresión— fue cuestionado por haber minimizado los hechos y fue suspendido por el canal Toscana TV, que le dio una “pausa de reflexión”.
Leyendo las reacciones en las redes sociales no faltan los que en lugar de condenar las agresiones —físicas y verbales— que sufre la periodista anteponen un “pero” para señalar que no es lo “ideal” mandar a una mujer “linda” a las afueras del estadio.
La lógica de este razonamiento es familiar a la que dice: “Si no quiere que la violen, que no use minifalda”. O sea: ¿aún hay que repetir que una minifalda —ni ninguna otra prenda— no le da derecho a nada a nadie sobre el cuerpo de otra persona?”.
Se pierde de vista lo inaceptable que es que una mujer —o alguien que no sea un varón— no pueda estar sola en un lugar sin sentir miedo a ser acosada (o algo peor). Todo esto pasó, para colmo, en un fin de semana en el que la liga italiana apoyaba la lucha contra la violencia de género con una campaña de sensibilización.
De victimario a víctima
En las redes sociales hay comentarios contra la periodista por haberle “arruinado la vida” a un hombre “trabajador y padre de familia” que hizo una “travesura” y que “solo estaba bromeando”. El asunto es que detrás de cada palabra —definición— hay un sistema de creencias.
“Espero que haya entendido el daño que me hizo. Escupió en su mano antes de manosearme. Espero que esta condena, que él paga por muchos, sea un ejemplo. Espero que por fin una mujer pueda ser libre para hacer su trabajo sin ser acosada. No lo odio", aseguró Beccaglia.
La periodista dijo que el dinero de la indemnización será destinado a una organización sin fines de lucro que lucha por los derechos vulnerados de las mujeres en todo el mundo.
Tras ser identificado, Serrani dijo que el mundo se le vino abajo y anunció que se mudaba. “Habíamos perdido y ese gesto lo hice por fastidio y despreocupación. No es un acto de sexismo”, explicó el acusado, que además se defendió diciendo que no es un “monstruo”.
¿Por qué un hombre —y no se trata de “un loco suelto”— se arroga el derecho de darle una palmada a una mujer que ni siquiera conoce? ¿Qué nivel de impunidad reina, incluso, para hacerlo con miles de personas alrededor y ante millones de televidentes?
“Me gustaría que lo sucedido los ayudara a él y a muchos otros a comprender que tocar, sobre todo con violencia, el trasero de una mujer es un gesto abominable”, dijo Beccaglia.
La situación expone, a su vez, que hay un sistema que moldea a los hombres en general para comportarse de un modo determinado —que los varones no solemos cuestionar demasiado sino naturalizar—, pero luego condena a sus individuos por actuar de la manera en la que, de uno u otro modo, fuimos socializados. ¿Cómo se sale de esto?
Ningún pibe nace macho
Me gustó volver a escuchar esta charla TED (podcast en Spotify) de Débora Tajer sobre el consentimiento y las nuevas formas de amor:
Tajer, que es doctora en psicología e investiga y trabaja con adolescentes, en un momento habla sobre un adolescente que cometió un error y se pregunta si hay algo que pueda hacer para mejorar o si su pasado lo condena.
“No me deja de sorprender —dice Tajer— que por fin hayamos llegado a un momento histórico en el cual los varones se empiezan a cuestionar sus privilegios y el dolor que los mismos pueden causar en los demás. Y hay mucho que se puede hacer con esto”.
En la charla, que dura 13 minutos, la psicóloga cuenta que por su trabajo ha hablado con muchísimas mujeres sobre estos temas y que lo que ellas están esperando es que los varones pidan perdón por las cosas que les hicieron: “Que se hagan cargo de sus acciones. Pero, fundamentalmente, que no las hagan más”.
Dejando a un lado la ineficiente e inútil guerra entre hombres y mujeres, Tajer señala que los varones, en general, no hacen lo que hacen porque sean ni enfermos ni malos: “Lo hacen porque son hijos sanos del patriarcado. Y eso tiene remedio. Es la famosa deconstrucción de la masculinidad hegemónica”.
“Así como ningún pibe nace chorro, ningún pibe nace macho. Eso se aprende. Y si se aprende, se puede desaprender”.
Y sigue: “¿Qué hacemos cuando tenemos más poder que la otra persona? Por ejemplo, los padres con los hijos. Los varones con las mujeres. Los hijos adultos con los padres viejos. ¿Controlamos nuestra propia agresividad? ¿O hacemos lo que queremos porque podemos?”.
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Gracias por haber llegado hasta acá.
Como siempre, espero tus comentarios y correos.
También, como hacen varios, podés reenviarle este correo a alguien más.
Buena semana y hasta la próxima newsletter (en 15 días).
Un abrazo,
Nacho
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Un gracias enorme 🙏 a Marta Castro por la generosa edición 🙌 de esta newsletter. Los errores son míos (sabrán perdonarme). Marta no tiene redes sociales: no le gustan. Pero si quieren contactarla, me avisan 😉